El arte de los mil orgasmos
Desde hace ya más de 4.000 años la filosofía oriental tántrica ha acompañado al ser humano, ayudándole a encontrarse a sí mismo a través del amor, la sexualidad y la meditación con un propósito placenteramente espiritual.
El tantra resulta en un estilo de vida: nos recuerda la magnificencia de la existencia, el placer de estar vivo. Nos invita a sentir cada parte de nuestro cuerpo, a expandir nuestros sentidos y placeres. Entramos en un estado meditativo en que conseguimos dejar atrás el tiempo y el mundo exterior, alcanzando un climax físico acompañado de un despertar de consciencia. Es habitual encontrarse más enérgico y feliz los días siguientes a un masaje tántrico.
Las cuatro llaves del Tantra:
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Aceptarse a uno mismo y a los demás tal como son: Si no aceptamos la realidad tal como es, no podremos disfrutar plenamente de la vida. Lo mismo ocurre en el sexo.
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Estar presente con los cinco sentidos: Hace referencia a la práctica de una meditación absoluta y consciente de la realidad.
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Expresar lo que sientes y piensas: Resulta importante y útil aprender a expresar nuestras sensaciones y sentimientos así como a escucharlos. Nuestro cuerpo se comunica. Escúchate.
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Movimiento armónico y fluido: O lo que denominamos alcanzar el equilibrio. Es decir, acompasar tu energía y tus ritmos con los de la otra persona para poder fluir y estar en armonía.
El masaje tántrico se basa en la activación de los puntos erógenos a lo largo del cuerpo centrándose finalmente en la zona Sagrada con terminación Lingam para el hombre y Yoni para la mujer. Es una experiencia unipersonal en la que invitamos a sentir el propio cuerpo, la propia vida fluyendo a través de nuestras venas. Es por ello que en éste caso la masajista utiliza únicamente sus manos y antebrazos para dar éste masaje, centrándose en tu placer.